Cuando uno está de visita por el norte del país y decide pasar por Asturias, lo más probable es que opte por visitar la capital, Oviedo, una ciudad encantadora y luminosa, o también Gijón, ya a orillas del Cantábrico. Dos opciones diferentes que, por desgracia, han ensombrecido a la tercera gran ciudad asturiana en discordia, Avilés, una joya con sabor marinero y con una modernidad que contrasta con el resto de la región.
Avilés mantiene su puerto como un punto ineludible para muchos cargueros y pescadores, siendo además un sitio perfecto para comenzar nuestra visita. El Centro Niemeyer, una obra monumental y moderna, se erige junto a la ría, justo enfrente del casco histórico de la ciudad. Pasear por esas calles, coquetas y adoquinadas, es una auténtica delicia, sobre todo si subimos un poco más hasta llegar al barrio de Sabugo, el más tradicional y marinero de Avilés.
Una parada para retomar fuerzas con unas fabes o un buen cachopo, estrellas de la gastronomía asturiana, y retomaremos nuestro camino para conocer las preciosas iglesias de la ciudad, que son auténticas obras de arte. Un lugar encantador que puede verse en un día, y que nos ofrece una visión diferente de lo que es Asturias.