Visitar Marruecos es hacer un viaje en el tiempo a un pasado no tan lejano, pero sí muy exótico, al menos para todos los europeos. Este país norteafricano está siempre en contacto directo con el Sur de Europa, además de haber sido protectorado francés durante mucho tiempo. De hecho, la ciudad de la que hablamos hoy vivió su gran cambio bajo la influencia gala.
Casablanca se sitúa en la costa atlántica del país y es, por méritos propios, una de las ciudades más espectaculares de Marruecos. La integración de la modernidad en los barrios más importantes, con edificios art-decó, contrasta con el paseo por la medina de la ciudad, una de las últimas del país. Encontraremos mezquitas, pero también museos vanguardistas, parques y zocos, todo en la misma ciudad, una auténtica gozada.
La ciudad cuenta con todo el encanto árabe pero también es una de las metrópolis más importantes del norte de África. Además está cerca de Rabat, la capital del país, y de Marrakech, otro de los destinos turísticos más populares.