Pocos lugares del mundo se vuelven tan intensos como Sevilla en primavera. La capital andaluza es una ciudad hermosa durante todo el año, pero tiene un especial encanto en esta época, cuando sus naranjos florecen y el olor a azahar se mezcla con el del incienso, anunciando no solo la llegada de la primavera, sino también de la Semana Santa, la fiesta más importante dentro del calendario sevillano, una auténtica expresión de fe y cultura por las calles de la capital hispalense.
Sevilla en primavera es una ciudad hermosa que además se engalana con sus mejores galas para recibir a los miles de visitantes que llegan dispuestos a disfrutar de lo que ofrece. Un paseo por el Alcázar es ineludible, para después contemplar la inmensa Catedral coronada por la mítica Giralda. Pasear a pie por el centro hasta llegar a la Plaza de la Encarnación y subir al mirador popularmente conocido como Las Setas, contemplando de un vistazo toda la magnificencia de la ciudad andaluza desde los cielos.
La gastronomía es, por supuesto, otro de los puntos fuertes para elegir Sevilla. Encontraremos a cada paso bares y restaurantes donde probar verdaderas exquisiteces. Podemos optar por las típicas tapas, siempre regadas con un buen vino, o también por la típica comida andaluza en cualquier mesón, a precios realmente competitivos. Para entrar totalmente en el ambiente cofrade que se respira estos días en la ciudad, nada mejor que probar los dulces típicos, como las torrijas, propias de esta época.
Aunque las aglomeraciones suelen ser bastante incómodas en según que sitios, disfrutar de la Semana Santa en Sevilla es una experiencia única que todo el mundo debería probar al menos una vez en la vida. El fervor religioso siempre está presente, pero más allá de eso, la música, las saetas, el caminar de las procesiones por entre las calles llenas de naranjos y azahar… Es una estampa imposible de olvidar que se quedará marcada en la retina de cualquier visitante.